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De lo más inédito en la historia del fútbol: el día que un arbitro se auto expulsó

Este caso sigue siendo algo inédito en la historia del fútbol, y todavía no volvió a ocurrir en el ámbito profesional.

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La cursiora reacción de un arbitro amateur cuando fue agredido en un partido. 

Siempre que en algún deporte el árbitro toma la decisión de expulsar a un jugador del campo de juego se desata la polémica. Ya sea porque hay desacuerdos sobre la sanción, porque fue en un contexto de peligro para el otro equipo, o porque define el destino del encuentro.

Sin embargo, único es el caso de que un árbitro de expulse a si mismo. Sin embargo, todos los espectadores que estaban viendo el partido de Southampton Arms y Hurstbourne Tarrant British en marzo de 1988 fueron testigos de este acontecimiento insólito pero, ¿por qué Melvin Sylvester lo hizo?

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Por qué se autoexpulsó el arbitro

Ocurrió en el suburbio londinense de Charlton, según relataba The Guardian. Melvin Sylvester, empleado de una escuela, de 42 años, dirigía en Londres un partido dominical entre el Southampton Arms y Hurstbourne Tarrant British.

Los equipos estaban completos, los técnicos en sus puestos y las tribunas llenas de familiares y amigos. El encuentro se tornó agresivo, con varios cruces entre los jugadores, y el delantero del Hurstbourne, Richard Curd, ya había tenido roces con el arquero del Southampton, lo que obligó al árbitro a intervenir y pedir calma.

Conforme avanzaba el partido, las críticas hacia Sylvester se intensificaron, cuestionando cada decisión. En el segundo tiempo, mientras el equipo de Southampton iniciaba un contragolpe, Curd empujó por la espalda al árbitro, desatando una reacción inesperada. Sylvester perdió el control y le propinó varios golpes al jugador hasta tirarlo al piso. “No pude contenerme más”, confesaría el árbitro al finalizar.

Afectado por su comportamiento, Sylvester tomó una decisión sorprendente: sacó la tarjeta roja y se autoexpulsó del partido. Tiró el silbato y se dirigió al vestuario, dejando el encuentro sin un árbitro oficial. Un espectador se ofreció para terminar de dirigir el juego mientras Sylvester reflexionaba sobre lo ocurrido.

Tras el incidente, Sylvester fue suspendido por seis semanas, aunque la sanción resultó irrelevante. El árbitro había jurado no volver a dirigir nunca más. Este peculiar episodio quedó grabado como uno de los momentos más extraños y únicos en la historia del fútbol amateur.

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