A Juan le cuesta comunicarse y recibir ayuda. Desde hace un tiempo, tampoco quiere comer. Ismael ya no podía verse así, aceptó la asistencia, retomó los estudios y ahora busca trabajo. Ambos tienen casi la misma edad: Ismael tiene 44 años y “Juancito”, como lo conocen los miembros de la ONG que lo acompañan, estiman, entre 40 y 45. Los dos pasaron por lo que se conoce como “situación de calle”, que en realidad abarca múltiples situaciones.
En la Comuna 1 de la Ciudad de Buenos Aires estas historias se cuentan por 1.483. Esa es la cantidad de personas mayores de 18 años que sobreviven en la calle, solamente en esa comuna, en los seis barrios relevados por diferentes organizaciones que trabajan y asisten en el territorio. El número estadístico es superior a lo que contabilizó, en 15 comunas, el gobierno local: para fines de 2024 las estadísticas documentaron 1.236 casos.
A pesar de que según los datos oficiales la indigencia bajó del 11,9% al 8,2% del segundo semestre de 2023 al mismo período de 2024, el estudio que realizaron las ONG, con el apoyo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, determinó que el 25% de los encuestados estaba en situación de calle desde hace menos de un año.
En tanto, el 31,5% llevaban así entre uno y cinco años, el 14,8% entre cinco y diez, y el 23% restante más de diez años. De ese total de personas, el 18,5% son mujeres, el 2,3% mujeres travesti-trans, el 0,5% son personas no binarias, el 0,3% son varones trans y la gran mayoría (el 76,8%) son hombres.
Ismael (44) se quedó sin trabajo en 2017, después de estar empleado durante diez años en una farmacia. Hasta ese momento jamás se le había cruzado por la cabeza la idea de llegar a estar en situación de calle y menos que, un año después, estaría durmiendo en las inmediaciones del teatro Colón. “Me había quedado sin trabajo, guardé parte de la liquidación para pagar el alquiler. Me despidieron porque hubo un cambio de firma y todos los que tenían una antigüedad de más de cinco años fuimos desplazados”, cuenta a PERFIL, ya casi de madrugada, mientras dobla y prepara mantas para entregar en la semana. Ahora es voluntario de Amigos en el Camino, una ONG que lo asistió cuando él estuvo en esas circunstancias. “En 2018 seguía buscando trabajo y no salía nada más que alguna ‘changa’. Hasta que en un momento no hubo más plata y en la habitación que estaba alquilando pusieron un candado y encontré mis cosas afuera. No sabía qué hacer, estaba con todas las cosas en la calle, no conocía a nadie, jamás en la vida había transitado una situación así”.
Desde ese momento, cuenta, “todo fue un calvario”. Intentaba encontrar un trabajo, “pero en ese tiempo mi apariencia no era la misma, estaba muy desprolijo y tampoco estaba tomando dimensión del momento que estaba atravesando”. Un día conoció a uno de los voluntarios de la ONG. “Yo los miraba con desconfianza, hasta que en una oportunidad me preguntaron: ‘¿Qué haces acá?’ Cuando me hicieron esa pregunta, hice un clic y dije ‘no, yo no soy esto’, no podía creer en el estado en que estaba. Te vas encariñando con los chicos hasta que te dejás ayudar”, asegura.
A partir de ese momento empezó con pasantías y empleos temporarios. Ahora está buscando trabajo y finalizando un curso de testing y análisis de software, a lo que se suman sus estudios como auxiliar de farmacia.
Entre el cuarto trimestre de 2023 y el cuarto trimestre de 2024 el desempleo creció del 5,7% al 6,4%, pasando por un pico del 7,7% durante el primer trimestre de 2024. La desocupación en hombres entre 30 y 64 años también se incrementó como porcentaje del total: pasaron de representar el 22,3% de los desocupados al 24,7% en el mismo período y de acuerdo con el último informe del Indec.
Desde que se creó la asociación Amigos en el Camino, en 2011, a Mónica De Russis, su directora ejecutiva, le tocó presenciar diferentes situaciones de calle, paralelas a las crisis económicas y de desempleo en el país. “Pienso en Juancito, que es alguien que tiene dificultades para hablar”, explica ante la consulta de PERFIL sobre algunas de esas historias. A Juan los voluntarios lo conocieron durante la pandemia y le curaron una herida en el pie que lo salvó de la amputación. Pero hay cosas que no pueden resolver. “Está en estado depresivo, se está dejando morir”, lamenta De Russis. “Nos asustamos y nos angustiamos cuando desaparece y no lo encontramos, porque está muy flaco. Una parte suya está esperando la muerte en la calle”.
En esas situaciones, diversas, también se construyen vínculos. “Es triste cuando solamente nos queda acompañar el momento en que parten de este mundo”, explica la representante de la ONG.
El 8 de mayo, cuando parte de su equipo y un total de 250 personas recorrieron la Comuna 1, se encontraron con diferentes realidades, algunas como la de Ismael, y otras como la de Juan. El informe que resultó del relevamiento se llama Contar la calle, y su conclusión es contundente: la idea, explican, “es contar cuántos somos y también decir ‘acá estamos, nuestras vidas importan’”.
Por eso, el compromiso no termina con el relevamiento. La llegada de los primeros fríos es temporada de trabajo intenso para la asociación. En la sede de Valentín Gómez 3332, de 17 a 21, reciben frazadas, abrigos y, sobre todo, ropa de hombre. También se pueden hacer donaciones con las indicaciones disponibles en el Instagram de Amigos en el Camino. Por otro lado, preparan iniciativas para tejer gorros de lana y para hacer mantas aislantes, bolsas de dormir y ponchos para la lluvia con sachets de leche. De esta última convocatoria, llamada “El otro frío”, participan los internos de los penales que se ocupan, junto a otras ONG, de la producción.