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Representa más de un tercio del consumo mundial de carne y se consolida como una alternativa nutritiva y rendidora. En Argentina, cortes como la pulpa y la carne molida de cerdo ganan lugar en los hogares por su aporte proteico, su versatilidad en la cocina y su buena relación precio-calidad.
21 de junio de 2025, 00:00
La carne de cerdo es, hoy por hoy, la más consumida a nivel mundial. Según estimaciones actualizadas de la FAO (hasta 2024), representa entre el 33% y el 36% del total de carne ingerida a nivel global, por encima del pollo y la carne de res. Su elección cotidiana en países desarrollados y en desarrollo responde a un combo difícil de igualar: valor nutricional, sabor y precio accesible.
Pero esta tendencia global también encuentra eco en Argentina. En un contexto donde cada compra cuenta, cortes magros como la pulpa o presentaciones como la carne molida de cerdo se posicionan como alternativas inteligentes: nutritivas, rendidoras y fáciles de sumar al menú diario.
Desde el punto de vista nutricional, la carne de cerdo aporta proteínas de alta calidad, esenciales para el desarrollo muscular, el fortalecimiento del sistema inmune y la regeneración de tejidos. Entre sus principales componentes se destacan el hierro hemo, de alta biodisponibilidad, útil para prevenir la anemia y reducir la fatiga; el zinc, que contribuye a reforzar las defensas del organismo y acelerar la cicatrización; y las vitaminas del complejo B, especialmente la B1 (tiamina), clave en el funcionamiento del sistema nervioso y el metabolismo energético.
Además, la carne de cerdo aparece como un recurso alimenticio especialmente valioso para personas deportistas, por su perfil alto en proteínas completas y bajo en carbohidratos.
A sus propiedades nutricionales se suma otro factor decisivo: su buena relación entre precio y rendimiento. La carne de cerdo genera poco desperdicio y lo que se compra, se aprovecha.
La pulpa de cerdo, de textura tierna y sabor suave, se adapta fácilmente a preparaciones cotidianas como milanesas, salteados, guisos o platos al horno. Por su parte, la carne molida de cerdo se adapta a platos cotidianos como albóndigas, hamburguesas, salsas o rellenos.
Su sabor delicado y su fácil digestión la hacen bien tolerada por niños, adultos mayores y personas con digestiones sensibles. Además, no requiere técnicas de cocción complejas, lo que la convierte en una buena aliada para resolver comidas diarias sin complicaciones.
La incorporación de prácticas responsables también forma parte de esta evolución. En Argentina, la producción porcina avanza en sintonía con los principios de la economía circular: un modelo que promueve el aprovechamiento de subproductos y residuos para generar nuevos recursos, como fertilizantes naturales, biogás o energía renovable.
Tecnología, genética y manejo eficiente son hoy pilares del desarrollo del sector, que busca responder a los desafíos ambientales y productivos del presente sin descuidar la calidad del producto final.
En tiempos donde se busca equilibrar salud, practicidad y economía, la carne de cerdo ofrece una respuesta concreta a las necesidades reales de las familias.