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Una guerra necesaria para Occidente

“Lo viejo está muriendo y lo nuevo no acaba de nacer; en este interregno aparecen los monstruos”, es una frase de Antonio Gramsci de principios del siglo 20, aunque puede servir para definir el mundo de hoy, y, sobre todo, para entender lo que está pasando en Medio Oriente.

Creer que todo se resume a insultar a Benjamín Netanyahu, es tan ingenuo como depositar toda la responsabilidad del Holocausto en Hitler, o la culpa del genocidio de los 70 en Argentina en Videla. Por supuesto que Netanyahu es un criminal de guerra y un genocida, cuya captura internacional ha pedido la Corte Penal Internacional, pero en estos ataques injustificados (preventivos) a Irán, hay mucho más que la locura de un gobernante. Prueba de ello es la intervención de los Estados Unidos.

Los ataques estadounidenses marcan dos cosas muy importantes. Primero, que Israel, a pesar de todo su poderío bélico, no estaba pudiendo con Irán. Segundo, que esta parte de la guerra es totalmente distinta, porque hasta ahora se trataba de un genocidio contra los palestinos, un pueblo que no le importa a nadie, más allá de la condena internacional. En cambio, Irán es una pieza clave de ese otro mundo nuevo que no termina de nacer, el nuevo orden mundial basado en los BRICS+ y contra el cual va este ataque.

En ese contexto, incluso el programa nuclear de Irán es secundario. Por supuesto que es muy importante el hecho de tener o no tener armas nucleares, tan importante es que, si Irán las tuviera, no estaría siendo atacado. Y tan importante es, que sea cual sea el grado de destrucción que Estados Unidos e Israel le impongan a Irán, en el futuro, la república islámica estará obligada a conseguir armas atómicas para hacerse respetar y logar cierta seguridad para su pueblo.

Sobre el tema del programa nuclear iraní, en 2015 se rubricó el acuerdob 5+1, los integrantes permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia), más la Unión Europea. Con ese tratado, Teherán renunciaba a enriquecer uranio con fines bélicos, al tiempo que los otros países se comprometían a levantar las sanciones económicas en su contra. Cuando Donald Trump llegó al poder en su primer mandato, en connivencia con Netanyahu, aniquiló el tratado. Ahora, su directora de Inteligencia Tulsi Gabbard, viene diciendo desde marzo que Irán NO está construyendo armas atómicas. Pero no importa, igual Estados Unidos se unió a la guerra injustificada de Israel y atacó las instalaciones nucleares de Irán.

¿Por qué sucede esto? No es solo porque Netanyahu y Trumpo son dos locos lunáticos sueltos, como algunos progres lo plantean, quizá para tranquilizar sus conciencias. No, muy lejos de eso, esto sucede porque hay poderes inmensos detrás de estas decisiones, incluso usando a los locos lunáticos. Pero hay un poder occidental atlantista (un eje básicamente formado por Washington-Londres-Tel Aviv) que necesitaba atacar ya mismo antes de que fuera tarde. Es decir, antes de que termine de nacer lo nuevo, que es un poder basado en otro eje formado por Beijin-Moscú-Teherán (podríamos agregar también Nueva Deli y Ankara, y hasta México y Brasilia). Es decir, un mundo multipolar que será sin dudas mejor, pero que el imperialismo atlantista se rehúsa a aceptar.

Son los últimos coletazos de un orden mundial viejo nacido en la década del ’90, con la caída del Muro de Berlín y la imposición del capitalismo occidental, un orden mundial moribundo. Mientras tanto, como anunciaba Gramsci, surgen los monstruos.

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