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Antonio Llardén, el embajador español del gas

«Yo soy un ingeniero». Así le gusta presentarse en sociedad a Antonio Llardén (Barcelona, 1951), presidente de Enagás, la empresa encargada de garantizar la continuidad y seguridad del suministro de gas natural en España. Llardén, ingeniero industrial por la UPC, pilota desde 2007 la compañía del Ibex, participada por el Estado y por Amancio Ortega, el fundador de Inditex. De la mano del ejecutivo barcelonés y del consejero delegado, Arturo Gonzalo Aizpiri, Enagás ha contribuido al posicionamiento de España como un punto clave en la entrada de gas natural a Europa, recibiendo de 14 países este combustible esencial para la industria y para el suministro eléctrico. También ha sabido sacar partido a la reconfiguración de los flujos gasistas tras la guerra de Ucrania -con una mayor demanda del gas natural licuado- y a la necesidad de desarrollar combustibles que ayuden a la neutralidad climática, como el hidrógeno verde. 

En este contexto, Llardén, casado, padre de un hijo y abuelo de tres nietos, ha encontrado un aliado muy potente, la Comisión Europea, que ha decretado que el hidrógeno verde y sus infraestructuras son fundamentales para la autonomía estratégica y la descarbonización. España desempeñará un papel troncal en este escenario, con varios proyectos que discurren por su territorio y que la Unión Europea ha planificado desde cero por primera vez, como los corredores de hidrógeno CelZa y BarMar. Este conectará la Barcelona natal de Llardén con Marsella a través de una ruta submarina y ayer dio un paso más para su materialización. La sociedad que lo impulsa estará en la Costa Azul, dirigida por un ejecutivo de Enagás.

La labor callada de Llardén ha contribuido a la aceleración del proyecto, sobre todo por las buenas relaciones institucionales que mantiene con sus homólogos franceses. No en vano Llardén, culé apasionado y lector ávido de novelas en cinco idiomas -español, catalán, inglés, francés e italiano-, es Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia. Esta es la más alta condecoración otorgada por el Estado francés.

Los proyectos de infraestructuras energéticas en los que participa Enagás le habrían encantado al ‘padre’ del gas natural en España, el fallecido Pere Duran Farell, con quien Llardén coincidió en los inicios de su carrera profesional. Como Duran Farell, él es un firme defensor del gas, «un combustible fósil, más moderno que otros -como el carbón-, más eficiente y menos contaminante», explica a El Periódico de Catalunya en el avión que le trae de vuelta a Barcelona desde Bruselas, después de haber participado en la primera tribuna informativa European Bridges.

El presidente de Enagás, patrono del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y de la Fundación Princesa de Girona, tenía otras afinidades con Duran Farell, como el interés por la cultura. Llardén es un habitual de la ópera, tanto en Madrid, donde reside, como en Barcelona. Tiene dos abonos, uno en el Teatro Real que le permite asistir a todos los estrenos y otro en el Liceu, para las tardes de los domingos. Aunque este último no lo utiliza tanto como querría el ingeniero industrial que está orgulloso de haber reforzado la gobernanza de Enagás y que también disfruta al salir a caminar, tanto a diario como en fin de semana, más por la ciudad y la montaña que por la playa.

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