Pitufos (Smurfs, Estados Unidos/2025). Dirección: Chris Miller. Guion: Pam Brady (sobre las creaciones de Peyo). Edición: Matt Landon: Música: Rihanna, Henry Jackman. Voces originales: Rihanna, James Corden, John Goodman, Nick Offerman, JP Karliak, Natasha Lyonne, Olivia Spencer, Sandra Oh, Jimmy Kimmel. Calificación: Apta para todo público. Distribuidora: UIP. Duración: 92 minutos. Nuestra opinión: regular.
El mayor problema de Pitufos, el nuevo reboot producido por Paramount y Nickelodeon a partir del universo animado creado por el dibujante belga Peyo, se explica en su ambición de querer contenerlo todo: las canciones de Rihanna, el personaje que busca su identidad, la superposición de villanos, la excursión al mundo live action, los multiversos, y tantas líneas narrativas que el rumbo de la película se convierte en un ramillete de digresiones sin verdadero anclaje dramático. El ideal de los guardianes del bien, el propósito de la lucha colectiva y el misterio de la identidad, todos dilemas existenciales, entran en una coctelera que busca seducir a los niños con una paleta colorida y una acción frenética en la que todo el tiempo pasa de todo, pero al mismo tiempo no abandona a sus espectadores Gen X, a los que hace un guiño de tanto en tanto como evocación a su ya lejana niñez (la de los 80, con la serie de la NBC puesta al aire en esa década). Lamentablemente poner todos los ingredientes juntos no siempre ofrece la mejor receta.
El prólogo galáctico nos anticipa que una vieja cofradía de pérfidos hechiceros echa de menos uno de los cuatro libros necesarios para extraer del mundo toda la bondad. Por ello han perseguido desde hace siglos ese tesoro, a sabiendas que estaba bien escondido en la aldea de los pitufos, unas simpáticas criaturas azules que viven en un bosque medieval. Mientras los villanos duermen esa larga espera, el pitufo Sin Nombre intenta hallar su identidad entre bailes y bromas de sus amigos, todos con su nombre ya designado, desde Fortachón a Filósofo. Las primeras canciones oscilan entre ritmos hip hop, coreografías y mash-ups de un Papá Pitufo estilo DJ, y las melodías melosas de la vieja tradición. El conflicto asoma cuando el atribulado pitufo sin profesión descubre la magia como atributo y un portal ubica “Pitufilandia” en el radar de los hechiceros. Ya no es Gargamel el villano, retirado con Azrael en los confines de la aldea y en las mieles de la vida doméstica, sino su hermano Razamel, un hechicero enano y de nariz geométrica que anhela el libro sagrado para consagrar su poder.
Pitufos, dirigida por un veterano como Chris Miller (Shrek 3, El gato con botas) y escrita por Pam Brady (South Park, Vecinos infernales), empuja a partir de allí un torbellino de acciones que nos llevan de un universo a otro: presenta demasiados personajes de otras dimensiones, utiliza la magia como artilugio para hacer todo posible y salvar las inconsistencias dramáticas, y equilibra el bombardeo de acción con algunos guiños vintage, como el desfile de animaciones que van desde el stop-motion a los bits de los videojuegos Atari. Más allá de algunos hallazgos divertidos -el pitufo de efectos especiales, la dinámica looser del propio Razamel con los otros magos-, varios gags se agotan en su repetición, la historia se adormece en sus numerosos desvíos -que además de múltiples dimensiones incluyen flashbacks– y la magia se revela como supresora de todo conflicto, erosionando el vigor dramático del relato.
En sintonía con la elección de Rihanna como la voz principal de la campaña de marketing, la Pitufina se convierte en un personaje central, tanto en la reflexión sobre su origen -fue una creación de Gargamel para imponer caos en la aldea- como en su alianza con Sin Nombre, el pitufo que resulta primero su protegido y luego su principal aliado. Más allá del liderazgo de Papá Pitufo, más paternalista y definido por la búsqueda de los secretos de su pasado, es Pitufina quien empuja la acción, anima a Sin Nombre a la definición de su identidad, y resulta el número estelar en los bailes. Tanto la Pitufina como la hiperkinética Mama Poot (que en la versión original tiene la voz de Natasha Lyonne) abren el juego a la mirada femenina, exigida en un mundo dominado por los varones pitufos y sus ancestrales desavenencias alrededor del poder.