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Un sismómetro en el bolsillo: Android entrega notificaciones de inminentes terremotos en el móvil

Entre 2021 y 2024, el sistema de alertas de terremotos a teléfonos móviles de Android detectó 312 seísmos al mes de media y envió alertas asociadas en 98 países, relacionadas con 60 eventos de magnitud superior a 4,5 grados en la escala de Ritcher. Podría convertirse en una salida eficaz para prevenir las primeras consecuencias catastróficas de un terremoto.

El lunes 14 de julio, una gran cantidad de usuarios de móviles Android en España recibieron una notificación de “terremoto cercano”, segundos antes de sentir las sacudidas en Almería. No fue la red oficial de sismógrafos ni ningún otro ente estatal u organización civil, sino sus propios smartphones los que detectaron el temblor y enviaron la alerta por primera vez en territorio español.

La alerta temprana llegó desde una iniciativa de Google, conocida como Android Earthquake Alerts (AEA), que se trata de una aplicación que viene instalada por defecto en algunos dispositivos. Ahora, científicos de la división de investigación del gigante tecnológico acaban de publicar en la revista Science un estudio que respalda la efectividad global del sistema y sugiere un paso decisivo para reducir el impacto inicial de los terremotos.

Android Earthquake Alerts se puso en marcha en abril de 2021 de forma piloto en Grecia y Nueva Zelanda. A lo largo de tres años, el sistema se fue desplegando en 98 países, convirtiendo más de 2.000 millones de dispositivos en una gran red de detección sísmica. Cada teléfono, gracias a su acelerómetro integrado, actúa como un «mini sismógrafo» que envía a los servidores de Google información sobre vibraciones anómalas y su ubicación aproximada.

Efectividad comprobada

De acuerdo a una nota de prensa de la American Association for the Advancement of Science (AAAS) y una publicación de Google, entre abril de 2021 y marzo de 2024, AEA registró un promedio de 312 terremotos al mes. De ellos, 60 superaron la magnitud 4,5 en la escala Richter, un dato que indica que fueron lo suficientemente potentes para generar daños. Para estos eventos, los teléfonos Android emitieron 18 millones de alertas mensuales en promedio, lo que equivale a más de 1.000 notificaciones diarias en todo el mundo.

El funcionamiento se basa en las ondas P, las primeras perturbaciones que recorren el subsuelo tras un terremoto. Aunque menos dañinas, preceden a las ondas S, responsables de las sacudidas más intensas. En cuanto un número crítico de teléfonos detecta esas ondas P, los algoritmos de Google estiman el epicentro y la magnitud y disparan la alerta antes de que lleguen las ondas destructoras.

Cada segundo cuenta: los especialistas explican que unos 5,5 segundos tras el origen del seísmo se activan los primeros avisos y, apenas 10 segundos después, las ondas S ya pueden estar causando estragos en zonas cercanas. Para evaluar el impacto en la población, se realizaron encuestas voluntarias tras las alertas. Del millón y medio de respuestas recibidas, el 85% confirmó haber notado el temblor. De ese grupo, el 36% recibió alertas antes de sentirlo, el 28% las obtuvo durante las sacudidas y el 23% después del inicio del movimiento.

Un complemento vital

Los expertos subrayan que AEA no pretende sustituir redes sismográficas oficiales sino complementarlas, principalmente en países con infraestructuras limitadas. Un smartphone en manos de un ciudadano puede ser la única forma de alerta en regiones donde no hay sismógrafos instalados.

Algunos países están realizando esfuerzos para mejorar las redes de detección: en Japón se puso en marcha recientemente una red de unos 5.770 kilómetros de cable de fibra óptica, que atraviesa 296.000 kilómetros cuadrados de océano y conecta 150 observatorios en el fondo marino, con el propósito de realizar alertas tempranas de terremotos y tsunamis.

Referencia

Global earthquake detection and warning using Android phones. Richard M. Allen et al. Science (2025). DOI:https://doi.org/10.1126/science.ads4779

Pese a sus ventajas, el sistema de Google tiene limitaciones. Solo alerta a dispositivos Android y depende de la distribución geográfica de teléfonos, algo que deja huecos en océanos y zonas escasamente pobladas. Además, en terremotos muy intensos, los acelerómetros de los móviles pueden saturarse y subestimar la magnitud.

El futuro del proyecto pasa por mejorar la densidad de sensores, optimizar los algoritmos y fomentar la educación sísmica. Como resaltan los científicos, disponer de segundos de alerta es inútil sin formación en autocuidado. Es imprescindible entrenar a la población para que sepa cómo actuar en esos instantes críticos.

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