DEPORTES
En medio de la crisis institucional y deportiva, el presidente de Boca echaría a Cascini y Serna y reconfiguraría el organigrama en Ezeiza
La crisis en Boca parece no tener fin. Entre malos resultados, escándalos internos y un clima institucional tenso, el presidente Juan Román Riquelme estaría decidido a dar un golpe de timón.
Según reveló el periodista Hugo Balassone, el Consejo de Fútbol (el mismo que él creó e integró con amigos y excompañeros) sería disuelto. En un contexto delicado, donde se acumulan partidos sin victorias y la continuidad de Miguel Ángel Russo vuelve a estar bajo la lupa, Riquelme habría optado por intervenir por primera vez de forma directa en su núcleo más cercano en el predio de Ezeiza.
Cambios en la estructura y salidas fuertes
El Consejo de Fútbol fue blanco de múltiples críticas en los últimos meses, sobre todo por la falta de resultados y el manejo de conflictos internos. Según trascendió, Raúl Cascini y Mauricio «Chicho» Serna serían desplazados, mientras que Marcelo Delgado podría seguir, aunque en otro rol dentro de la estructura.
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Por ahora, el club no lo oficializó, pero la información que circuló también contempla la posible llegada de un manager con otro perfil, para reemplazar la figura colegiada del Consejo por una gestión más profesionalizada.
El escándalo que precipitó la decisión
En las últimas semanas, la tensión creció tras la filtración de supuestos chats del «Chanchi» Riquelme, hermano del presidente y figura influyente en el día a día. A eso se le sumó el confuso episodio protagonizado por Miguel Merentiel, quien, según versiones, reaccionó con furia al ser sustituido por Russo en la derrota ante Huracán, generando destrozos en el vestuario.
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En medio de ese desorden, y con un plantel a la deriva, Riquelme tomaría una medida que puede marcar un antes y un después en su gestión al frente del club. Por ahora, Russo seguiría como DT, aunque bajo una evidente presión que podría sacarlo en cualquier momento.
El movimiento en Ezeiza, si se concreta, sería el mayor remezón interno desde la llegada de Román al poder. Una señal clara de que, incluso en su núcleo más íntimo, la paciencia empieza a agotarse.
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