Las sierras de Córdoba, con su belleza agreste y su variada topografía, se han convertido en un paraíso para los amantes de la fotografía. Desde paisajes imponentes hasta rincones de ensueño, la provincia ofrece un sinfín de escenarios dignos de inmortalizar. A continuación, un recorrido por cinco de los lugares más capturados por las cámaras de turistas y locales.
El Cerro Uritorco, Capilla del Monte: Más allá de las leyendas que lo rodean, el Uritorco se erige como un ícono de la provincia y un destino ineludible para quienes buscan una vista panorámica espectacular. Su cumbre, a 1979 m.s.n.m., ofrece un mirador natural que permite apreciar la inmensidad del Valle de Punilla. La subida es un desafío, pero la recompensa visual y la sensación de logro la convierten en una experiencia fotográfica única.
El camino de las Altas Cumbres: Esta ruta, que serpentea por el corazón de las Sierras Grandes, es una obra de ingeniería y un espectáculo natural en sí misma. Sus miradores ofrecen vistas que quitan el aliento, con formaciones rocosas, valles profundos y el vuelo majestuoso de los cóndores. El Parque Nacional Quebrada del Condorito, ubicado en esta zona, es un punto clave para capturar la esencia de la fauna y flora autóctona.
El Durazno, Valle de Calamuchita: Este pequeño paraíso es sinónimo de tranquilidad y conexión con la naturaleza. Sus aguas cristalinas y playas de arena, rodeadas de senderos de montaña, crean un ambiente idílico para fotografías de paisajes serenos y relajantes. El río El Durazno, con sus pozos y cascadas, es el protagonista de las tomas más buscadas por los visitantes.
Los Gigantes, Valle de Punilla: Para los amantes del trekking y la escalada, Los Gigantes es el escenario perfecto. Sus imponentes formaciones rocosas, con más de 300 millones de años de antigüedad, forman un paisaje que parece de otro mundo. Es uno de los puntos de escalada más importantes del país y sus senderos permiten capturar la majestuosidad de la montaña.
Villa General Belgrano y La Cumbrecita: Estos dos pueblos, con su arquitectura de estilo centroeuropeo, son un deleite para la vista y la cámara. Villa General Belgrano, con sus casas de madera y jardines floridos, ofrece un ambiente pintoresco que evoca los Alpes. Por su parte, La Cumbrecita, el único pueblo peatonal del país, es un oasis de paz donde los puentes de madera, las cascadas y los senderos entre los pinares crean un entorno de cuento de hadas.
