InicioSociedadLos socios se mueven, el Gobierno también

Los socios se mueven, el Gobierno también

Algunos dan por hecho el “fin de ciclo” del Gobierno que de Pedro Sánchez. Otros aseguran que aún queda Ejecutivo “para rato”. También hay quienes sostienen que las relaciones con los socios parlamentarios están rotas, y quienes afirman que “sin presupuestos no se puede gobernar”. Lo que sí está claro es que los partidos que arroparon a Sánchez para que continuase en La Moncloa se han movido. Pero que el PSOE también lo ha hecho.

Por partes. Podemos lleva semanas —si no meses— mostrando su desacuerdo con las políticas del Ejecutivo. Desde considerar insuficiente el decreto que prohíbe el comercio con Israel hasta lanzar duras críticas sobre la política de vivienda. El partido que encabeza Ione Belarra insiste en que en La Moncloa «toman por tontos a los ciudadanos” y que el Gobierno está acabado, «finiquitado«, repiten una y otra vez. No obstante, sigue negociando con el Gobierno cuando se presenta la ocasión. Así ocurrió con la convalidación del decreto contra el comercio con Israel, que salió adelante tras un pacto, algo difuso, sobre las obras de ampliación del aeropuerto de El Prat.

También con un ojo puesto en la vivienda llevan días desde Sumar. El socio minoritario está “intentando sacar la cabeza” -dicen en las filas socialistas-y tomándose en serio el aviso que repite cada vez que tiene oportunidad Gabriel Rufián le espeta a Sánchez: «El drama de la vivienda puede acabar con su Gobierno».

Después de unas plan con medidas que han tenido poco eco, algunas “inconstitucionales” para el ala socialista del Ejecutivo, la andanada de Sumar puso el foco en la ministra Isabel Rodríguez. Y eso no ha sentado bien al socio mayoritario. Es más, según comentan a esta cabecera, desde el ala de Yolanda Díaz lamentan que la embestía puede llevar incluso a blindar a la ministra de Vivienda ante una eventual crisis de Gobierno. No obstante, se han movido y han logrado que La Moncloa mueva ficha y aborde con ellos este asunto, el de la vivienda, que mes a mes, sigue siendo la principal preocupación para los españoles según el CIS.

Pero si algo ha marcado la semana, y parece que también la próxima, es la temperatura de la relación entre el PSOE y Junts. La portavoz de los de Carles Puigdemont en el Congreso, Míriam Nogueras, lanzó a Sánchez una advertencia en la última sesión de control: “Es la hora del cambio”. A lo que se han ido sucediendo distintos episodios.

Desde Junts han elevado el tono para afear al Ejecutivo que tienen “muchas medidas en el cajón” de las acordadas con los socialistas y, por tanto, no tienen nada que ofrecer a su electorado, cada vez más seducido en Cataluña por el auge de Aliança Catalana, que camina para ser primera fuerza en Girona y Lleida.

Mientras los excovnergentes transitan hacia la derecha, el Ejecutivo refuerza su perfil de izquierdas, marcando distancia con los discursos sobre inmigración y seguridad que —según fuentes socialistas— “comparten cada vez más el PP y Junts”. “Original y copia”, ironizan, parafraseando a Santiago Abascal.

Pero lejos de las diferencias, el órdago de que “si no se cumplen los acuerdos, Junts dejará de garantizar la estabilidad del Gobierno” provocó movimientos. Y más cuando los de Puigdemont lanzaron la idea de consultar a su militancia la continuidad del apoyo. Horas después de que Sánchez mostrase desde Bruselas su total tranquilidad por la situación, porque hacen lo que pueden para cumplir los pactos, el Gobierno publicitó el acuerdo con Alemania para que el catalán -también el euskera y el galego- sea oficial en la UE. Además, el PSOE se abre ahora a tratar la multirreincidencia. Y sigue abierta la posibilidad de una reunión entre Sánchez y Puigdemont. Guiño tras guiño.

Unas relaciones que caminan a encauzarse pese a los deseos de Emiliano García-Page, que celebró el posible descarrilamiento. “Para alguien a quien desde el minuto uno le ha resultado indeseable las relaciones con Junts, cuanto más estén deterioradas mejor”, admitió el presidente de Castilla- La Mancha. Sus palabras coincidieron con una crisis sanitaria en su comunidad que, sin embargo, ha tenido escasa repercusión mediática comparada con la de Andalucía.

Precisamente, lo que sí que no camina hacia una solución es la crisis por los cribados en Andalucía. Tras años de feliz Gobierno de la Junta por parte de Juanma Moreno, el dirigente popular está sufriendo la peor crisis política desde que es presidente andaluz y, a la vez, sufriendo su propia medicina, la que repartía cuando hacía de oposición,  como nos han ido contando desde El Correo Andalucía.

La oposición está sacando a reducir deficiencias del sistema sanitario andaluz que él aseguraba haber enmendado tras los gobiernos socialistas. Además de la calle protestando, la crisis de los cribados del cáncer de mama ya escala hasta los tribunales.

Mientras la política nacional lleva su deriva, con Alberto Núñez Feijóo mezclando la situación fiscal con los casos de corrupción y sin encontrar una línea de ataque claro al presidente, Sánchez recibe envites desde la Administración de Donald Trump. Al continuo reproche del presidente americano dando hecho que España no alcanzará el 5% del PIB en gasto de defensa, – una meta que implicaría más compras a empresas norteamericanas- se sumó el secretario general de la OTAN. Otra vez, Mark Rutte vuelve a evidenciar sus diferencias con Sánchez y sus risas y sintonía con el presidente de EEUU. Lejos quedan aquellos momentos en los que Rutte, como primer ministro de Holanda, coincidía con Sánchez en impulsar la autonomía estratégica de la industria de la defensa en la UE.

Suscríbete para seguir leyendo

Más noticias
Noticias Relacionadas