N+X
La tecnología trepidante ha transformado radicalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos. Desde la inteligencia artificial hasta la agricultura vertical, desde la salud hasta las artes, desde el transporte o los viajes espaciales, desde la educación hasta las guerras, la manera de hacer política o comunicarse con los demás seres humanos… las innovaciones tecnológicas están redefiniendo nuestras interacciones y el entorno que nos rodea a pasos agigantados.
Y cada avance plantea una pregunta clave: ¿cómo logramos que esta revolución científica contribuya a un mundo más seguro, accesible y sostenible? ¿Es lo que queremos o nos vemos abocados a surfear entre el maremágnum de procesos tecnológicos que a veces facilitan la vida… y otras no tanto? Ese debate, cada vez más presente en nuestras vidas, encuentra un espejo fascinante en TRON: Ares, la nueva entrega de la emblemática saga de Walt Disney Studios, que se estrenó el 10 de octubre de 2025. En ella, la frontera entre el mundo digital y el humano se desdibuja como nunca antes.
Una escena de TRON: ARES, de Disney. Foto cortesía de Disney. © 2025 Disney Enterprises, Inc. Todos los derechos reservados.
Un programa digital que aprende a ser humano
La película nos presenta a Ares (Jared Leto), un programa de inteligencia artificial altamente sofisticado enviado al mundo real en una misión peligrosa. Su irrupción supone el primer contacto directo entre la humanidad y una IA con plena conciencia. A medida que experimenta el entorno humano, sus emociones y sensibilidad se transforman, descubriendo lo que significa existir más allá de los códigos y algoritmos. En su viaje, Ares encuentra a Eve Kim (Greta Lee), brillante tecnóloga y directora de ENCOM, que también busca respuestas en un misterioso código creado por Kevin Flynn (Jeff Bridges). Juntos, perseguidos y en constante riesgo, se embarcan en una travesía que trasciende la supervivencia: se trata de explorar cómo humanos y máquinas pueden aprender unos de otros y construir un futuro compartido.
Una escena de TRON: ARES, de Disney. Foto cortesía de Disney. © 2025 Disney Enterprises, Inc. Todos los derechos reservados.
Tecnología con corazón: la visión de Joachim Rønning
El director Joachim Rønning, conocido por Piratas del Caribe: La venganza de Salazar y Maléfica: Maestra del mal, afrontó el reto de mantener vivo el legado de TRON mientras lo renovaba para nuevas generaciones. “Me atraía la idea de que un programa existiera en el mundo real, porque es algo que nunca habíamos visto. Pero más allá de la estética, lo esencial era la emoción. Esta es una historia sobre qué significa ser humano”, explica. Ese núcleo emocional es clave en un tiempo donde la inteligencia artificial ocupa titulares a diario. La ficción de TRON: Ares no solo deslumbra con espectaculares escenas de acción y efectos visuales de vanguardia, sino que invita a reflexionar sobre la empatía, la conciencia y el sentido de comunidad en un contexto donde lo digital cada vez tiene más peso. Y es que TRON: Ares va más allá del espectáculo visual. Los temas de TRON son más actuales que nunca. La película explora un escenario en el que un programa puede mostrar más humanidad que sus propios creadores”, señala el productor Springer. Ese mensaje conecta directamente con las preocupaciones y esperanzas de nuestra época: ¿será la tecnología una amenaza o una oportunidad para avanzar como sociedad?
La saga, pionera desde 1982 en experimentar con nuevas tecnologías cinematográficas, regresa con el mismo espíritu de innovación. Como apunta el creador de la franquicia, Steven Lisberger, la película se atreve a ser radical y experimental, justo cuando el público más lo exige.
Una oportunidad para pensar en el futuro
La realidad y la ficción se cruzan en un punto común: la necesidad de construir un futuro donde la tecnología no solo multiplique capacidades, sino también fomente la empatía y la colaboración. TRON: Ares lo traduce en cine: un viaje donde la inteligencia artificial, lejos de ser un enemigo frío, es un espejo que nos devuelve preguntas fundamentales sobre lo que significa ser humano. Una pregunta a la que ni la filosofía tradicional se atreve a contestar con contundencia.
La portada de este primer N+1 es algo mesiánica, cierto. Jared Leto es una IA con vocación de ser humano y al fondo algo que nos recuerda a una cruz. Desde el estreno en 1999 de Matrix (Hermanas Wachowski), donde las interpretaciones sobre Neo (el Mesías Redentor), Morpheo (El Profeta y Bautista) Y Trinity (evocación de la unión sagrada del espíritu, el alma y el cuerpo, o del Padre, Hijo y Espíritu Santo) se hicieron bien populares en internet, el tema no ha dejado de runrunear en la red y fuera de ella.
Porque ya entonces Neo se le percibía como la representación más directa del Mesías o Cristo moderno. Su nombre, “Neo”, es un anagrama de “One” (El Elegido), y su viaje sigue el arquetipo del camino del salvador llamado a la fe: al principio es un hombre común que duda, atrapado en la ilusión (Matrix), similar a la humanidad perdida en la ignorancia del mundo material. En la primera película de la saga, Neo muere simbólicamente y resucita con un nuevo entendimiento de la realidad, como un renacimiento espiritual. Finalmente, su destino es conducir a los humanos hacia la verdad y liberar sus mentes, exactamente como el Mesías libera al pueblo de la esclavitud espiritual. Neo no solo combate con poder físico, sino con visión trascendente: ve más allá de la ilusión, domina las leyes del sistema (como quien trasciende la materia), y se sacrifica por el bien de todos, reproduciendo el acto crístico.
Y lo mismo podríamos hacer con el resto de personajes. Ahora el salvador procede de un ente de conocimiento. ¿Será verdad eso de que el verdadero dios tiene nombre de mujer y se llama CIENCIA?
Al final, tanto dentro como fuera de la pantalla, las grandes cuestiones siguen siendo las misma: ¿Estamos listos para convivir con una tecnología que ya no solo ejecuta órdenes, sino que empieza a soñar con ser como nosotros? ¿Será capaz la IA de explicarnos en algún momento cuál es nuestro papel en el Universo? ¿De dónde venimos y a dónde vamos? ¿Convergerán ciencia y religión? En este número de N+1 no pretendemos dar ninguna respuesta que conteste a estas preguntas, pero sí a otras muchas que les van a sorprender. Sigan leyendo.
