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El Mundial de Trump: disputas con México y Canadá y restricciones con los visados en el torneo con más selecciones y más tensión de la historia

El de 2026 ya es el Mundial de Donald Trump. Coorganizado entre Estados Unidos, México y Canadá, iba a ser un ejemplo de integración regional, pero muy al contrario, Trump ha acaparado cámaras y micrófonos para tomar las riendas y excluir a los que no cumplan sus normas, que son cambiantes. “Entre conflictos políticos internos e internacionales, boicots y dificultades para conseguir visados, este será un Mundial de disrupciones”, advierte a EL PERIÓDICO Andrew Zimbalist, profesor de economía y experto en finanzas deportivas del Smith College de Massachusetts.

Con 48 selecciones clasificadas –cifra récord–, el que aspiraba a ser el Mundial más inclusivo y diverso en el momento de su concepción y asignación, dista ahora de cumplir esa expectativa. Los líderes de los tres países acudirán este viernes a la cita del gran sorteo de la liguilla en Washington DC, pero sus agendas políticas difieren. En las últimas 24 horas, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha anunciado que no asistirá a la inauguración, en Los Ángeles y el primer ministro canadiense, Mark Carney, ha aceptado pausar sus enrarecidas negociaciones comerciales con la Casa Blanca. Mientras, Trump, que espera recibir el Premio FIFA por la Paz, ha advertido de que continuará con las redadas antiinmigratorias durante el torneo.

El Mundial llega tarde y es anticlimático porque ese boom integrador de México, Canadá y Estados Unidos como América del Norte está puesto en duda”, cuenta a este diario Hugo Garciamarín, analista político de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en analizar eventos deportivos. El hito de la cohesión regional vivido en los 90 con el Tratado de Libre Comercio queda lejos, diluido por roces diplomáticos, mensajes unilaterales y prioridades divergentes.

“El problema es que no queda claro qué queremos mostrar al mundo. La verdad es que nada: estamos peleados, tenemos problemas, no hay un relato común”, resume Garciamarín, que añade que no se trata de falta de tiempo para prepararse sino de improvisación y descoordinación.

Trump, la estrella

Ante este vacío de liderazgo, Trump ha venido a llenar el vacío que contribuyó a crear, coinciden ambos investigadores. “Trump ha capitalizado el Mundial y lo ha hecho girar alrededor de su persona, a pesar de que México es un país tradicionalmente mucho más futbolero que Estados Unidos”, apunta Garciamarín.

En la calle no se siente un ambiente mundialista, curiosamente”, cuenta el politólogo desde Ciudad de México. “Sheinbaum es una política mucho más seria y protocolaria, es científica y claramente no tiene una afición o vínculo especial con el deporte. En cambio, Trump siempre ha vivido de hacer ‘show’ alrededor de sí mismo”, explica a este diario. El resultado es un torneo compartido en el mapa, pero no en el relato.

A Trump lo único que le importa es su reputación personal. Si de verdad tiene una visión sobre cómo proyectar una imagen positiva de EEUU en el Mundial, no la ha articulado”, razona Zimbalist, autor de una veintena de libros y especialista en geopolítica del deporte.

Y, aunque existiera un plan para proyectar una imagen positiva de EEUU, no serviría para cambiar la opinión pública alrededor en un momento tan polarizado, dentro y fuera del país. “La política internacional de Trump ha empeorado la percepción internacional de EEUU y no creo que sea capaz de deshacer el daño causado en su primer año sólo con el Mundial”, añade. El fútbol puede amplificar mensajes, pero no neutralizar sanciones, vetos migratorios ni una política exterior marcada por la confrontación.

Premio FIFA por la Paz

Además, durante el sorteo de este viernes, se entregará por primera vez el llamado Premio FIFA de la Paz, creado para reconocer a personalidades que contribuyan a la resolución de conflictos globales, según la organización. La invención de este nuevo galardón coincide con que Donald Trump, quien ha afirmado haber puesto fin a ocho guerras (un logro cuestionado por expertos), no logró obtener el Nobel de la Paz. Todo indica que el galardón será otorgado por la FIFA, liderada por su aliado Gianni Infantino, como un sustituto de aquel reconocimiento.

El presidente de EEUU, Donald Trump, entrega el trofeo de la Copa del Mundo de Clubes de 2025 a los jugadores del Chelsea / JUSTIN LANE / EFE

Visados y exclusiones

Con la política migratoria restrictiva como uno de los pilares del America First de Trump, entrar en Estados Unidos, donde se disputará la mayoría de partidos, no está garantizado ni para jugadores ni para los 10 millones de aficionados que espera mover el torneo.

Las selecciones con mayor riesgo de quedar fuera del campeonato son las procedentes de países en la lista negra de Washington. Trump ya ha confirmado que no concederá visados a miembros de la delegación deportiva de Irán, lo que llevó a su federación a anunciar un boicot, pese a haberse clasificado para el Mundial. Haití, de regreso al torneo por primera vez desde 1974, también afronta serias dificultades para pisar suelo estadounidense, y varios países africanos temen un escenario similar.

Tu entrada no es un visado; no garantiza la entrada a los Estados Unidos”, advirtió el secretario de Estado, Marco Rubio, en un mensaje percibido como hostil que, sin embargo, venía acompañado de otro ejemplo de clientelismo político. Los que hayan comprado entradas (que cuestan a partir de 500 dólares) podrán saltarse las largas listas de espera de hasta un año para acceder a la entrevista que determinará si se les concede el visado. Si bien desde la UE no se necesita visado, algo que beneficia a un gran número de países.

Los aficionados que quieran viajar a Estados Unidos serán sometidos a un escrutinio estricto”, subraya Zimbalist. En los controles fronterizos es habitual la revisión de dispositivos electrónicos y redes sociales, y personas con perfiles abiertamente críticos con la Administración han tenido problemas para entrar al país.

La comparación con otros campeonatos resulta inevitable, cuando todo parece improvisado y carece de unión, “a diferencia de Qatar, donde durante años toda su política y su poder blando se organizaron alrededor del Mundial”, concluye Garciamarín. El riesgo es que el Mundial de 2026 pase a la historia no por su tamaño y diversidad, sino por convertirse en el más tensionado antes incluso del pitido inicial.

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