La identidad de un país se construye con su historia, su cultura y, a menudo, con una serie de estereotipos que, aunque a veces tienen un origen, no logran capturar la complejidad de su realidad. Argentina, un país de vastos paisajes y una cultura vibrante, no es la excepción. A lo largo del tiempo, se han instalado en el imaginario colectivo una serie de «mitos» que, si bien son conocidos, no siempre reflejan la totalidad de lo que significa ser argentino.
Aquí, desentrañamos cinco de los estereotipos más comunes y los ponemos en perspectiva:
Todos los argentinos son ‘agrandados’ y arrogantes
Es quizás el mito más extendido a nivel global. Se asocia al argentino con una supuesta actitud de superioridad y una forma de hablar que puede ser interpretada como prepotente. Sin embargo, lo que a menudo se percibe como arrogancia es, en muchos casos, una expresión de pasión y un fuerte orgullo nacional. El argentino vive con intensidad, ya sea el fútbol, la política o la familia, y esta vehemencia a veces se confunde con petulancia. Si bien el estereotipo del «porteño agrandado» es popular incluso dentro del propio país, la mayoría de los argentinos son hospitalarios, sociables y dispuestos a entablar una conversación, a menudo con una franqueza que puede ser malinterpretada.
El tango es la música que se baila en cada esquina
El tango es el género musical y de danza más representativo de Argentina, un símbolo de su identidad cultural en el mundo. Sin embargo, la realidad es que no se escucha ni se baila en cada hogar. Si bien Buenos Aires tiene una escena tanguera activa, el género es más un atractivo turístico que una presencia cotidiana. La música popular argentina es un crisol de géneros: el folclore en las provincias, el rock nacional que marcó generaciones, el pop, la cumbia y el reggaetón que resuenan en las fiestas. El mito del tango es hermoso, pero la banda sonora de Argentina es mucho más variada.
Todos los argentinos son descendientes de europeos
Argentina ha sido, sin duda, un importante destino para la inmigración europea, especialmente de España e Italia. Esta herencia ha marcado profundamente la cultura, el idioma y las costumbres del país. Sin embargo, este mito invisibiliza a las comunidades indígenas preexistentes y a la gran diversidad que ha llegado de otras partes del mundo. La herencia de la cultura guaraní en el norte, la influencia del folclore andino y la presencia de comunidades de Medio Oriente y de Asia, entre otras, enriquecen el tejido social argentino. El crisol de razas del que se habla es, en realidad, una mezcla mucho más compleja y rica de lo que el estereotipo europeo sugiere.
Todos los argentinos saben jugar al fútbol
Con figuras icónicas como Diego Maradona y Lionel Messi, no es de extrañar que el mundo asuma que el fútbol corre por la sangre de cada argentino. La pasión por el deporte es innegable y el fútbol es, sin duda, parte de la identidad nacional. Pero el mito de que todos los argentinos son hábiles con el balón es una simplificación. Si bien hay una cultura futbolera muy arraigada, no todos lo practican o dominan. Hay argentinos que no entienden de offside y que prefieren el rugby, el hockey o el básquet. La pasión es general, pero la habilidad es un talento, no una condición de nacimiento.
El mate es la única bebida que consumen
El mate es, sin lugar a dudas, un ritual social y cultural en Argentina. Compartir un mate es un gesto de amistad, un momento de pausa y una costumbre que se replica en oficinas, parques y hogares. Es omnipresente. Sin embargo, no es la única bebida. El consumo de café es muy alto, el té es una opción popular y, en una nación vitivinícola como Argentina, el vino es un acompañante esencial de las comidas y los encuentros sociales. El mate es el símbolo, pero la diversidad de bebidas, como la de la cultura, es la verdadera riqueza del país.