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De dónde viene el calamar que comemos en España? Un lado oscuro desconocido

Una parte del calamar que se vende en España procede de productores nacionales, incluso a pequeña escala, que cumple con las normativas y garantías medioambientales. Pero otra parte procede de una lejana pesquería argentina sin ninguna regulación, totalmente huérfana de normativa, y donde cientos de pesqueros ilegales (mayoritariamente chinos) hacen su agosto a fuerza de esquilmar las poblaciones del llamado calamar argentino o calamar pota, una especie cada vez más acorralada por estas prácticas.

Una investigación llevada a cabo durante meses por la entidad Environmental Justice Foundation (EJF) ha dado lugar a un informe titulado ‘La cara oculta del calamar importado en España’ que desgrana los abusos medioambientales, y también el incumplimiento de derechos humanos y laborales, que esconden estas importaciones.

Un barco faenando ilegalmente en aguas internacionales cerca de Argentina / EJF

No se trata de cantidades irrelevantes, puesto que España es el segundo mayor importador de calamar y sepia del mundo, justo por detrás de China, por lo que tiene un papel protagonista en todo lo que sucede en dicha pesquería ilegal. La zona está a unas 200 millas frente a las costas argentinas, en aguas internacionales, y allí reina el caos más absoluto, según dicho informe.

Una flota visible desde el espacio

A partir de la milla 201 “alrededor de 350 buques poteros, en su mayoría de China, Corea del Sur y Taiwán, operan sin regulación regional ni internacional”, señala el informe de EJF, que añade que entre 2019 y 2024 las horas de pesca en alta mar por parte de los barcos chinos aumentó un 85%. “El tamaño de la flota es tan grande que puede verse desde el espacio por la noche”, a causa de la iluminación que usan para la pesca del calamar.

Todo este acoso pone en riesgo la población de esta especie. “La pota argentina es una especie de vida corta y altamente sensible, con poblaciones que fluctúan en función de las condiciones ambientales”. Científicos entrevistados para esta investigación “advierten de que la sobrepesca durante años naturalmente bajos podría llevar a un colapso total del stock”.

Una disminución drástica de las poblaciones de calamar causaría un desequilibrio en toda la cadena alimentaria. Esto afectaría a especies de interés comercial, pero también a especies sin importancia comercial, pero clave en el ecosistema, como muchos mamíferos marinos y aves marinas”, añade esta organización.

También focas y tiburones

La investigación ha demostrado que, aparte de la sobrepesca del calamar en esta zona, se llevan a cabo “prácticas crueles e inhumanas, como la caza deliberada de focas y morsas, por sus dientes y colmillos. Las focas son arponeadas, arrastradas a cubierta aún vivas y golpeadas hasta la muerte”, señala el documento.

Una foca capturada por uno de los barcos / EJF

También se ha documento el aleteo de tiburones, es decir, la captura de estos animales solo para cortarles la aleta, que tiene usos culinarios, lo que les lleva a una muerte lenta y dolorosa.

El papel de España, un gran importador

Al margen del maltrato a los propios tripulantes y la falta de derechos laborales que también se denuncian en el estudio, se destaca el papel de España en todo este proceso. Y es que nuestro país es el segundo mayor importador de calamar del mundo. Del total de esta especie que llegó a los mercados españoles entre 2019 y 2023, el 85% fue importado y el 15% restante fue producido en el país, es decir, capturado por buques con bandera española.

Arrastreros y poteros fuera de la ZEE argentina en el área de la milla 201 / EJF

El 17% de la captura total de pota argentina por parte de China fue exportada a la Unión Europea. España fue el destino del 10% de esa captura. En concreto, alrededor del 45% de estas importaciones chinas se descargaron en el puerto de Valencia, seguido del de Vigo, con un 27%, Bilbao (10%), Algeciras (9%) y Barcelona (2%).

La acción ilegal de los pesqueros denunciada en el informe actúa, además, como competencia desleal hacia las flotas nacionales que cumplen con las normativas vigentes.

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