Carta 1) Cinco de espadas: conflictos. Peleas. Falsa victoria.
Carta 2) Siete de espadas: hurto. Robo. Mentiras. Traiciones. Engaños.
Carta 3) La estrella: luz. Claridad. Inocencia. Transparencia. Pureza. Equilibrio. Dones
Mensaje final:
Las cartas dicen que siempre es posible cambiar para ser mejor persona. Muestran a alguien que ha cometido muchas acciones negativas hacia otros. Una persona soberbia, quizás agresiva, que no le ha importado utilizar malos modos para deshacerse o hechar de su vida a personas de su entorno que en su momento consideró que la molestaban u obstaculizaban sus planes y con las que tal vez existían vínculos afectivos. La carta del 5 de espadas muestra ese momento donde se produce el alejamiento. Allí se puede percibir como esas personas se alejan con tristeza y llanto, quizás sin presentar batalla, no por cobardía, sino en nombre del afecto que podía existir con este alguien, que con satisfacción reflejada en su rostro, los corre de su lado. Por la carta que sigue, el 7 de espadas el tarot nos cuenta que esta persona puede haber reaccionado así frente a los justos reclamos de su entorno al descubrir sus faltas y sus malos comportamientos: mentiras, traiciones e incluso puede haberse quedado con lo ajeno. Este alguien, lejos de arrepentirse, ha doblado la apuesta sintiéndose ofendido y colocando a quienes le reclamaban, en el lugar de sus enemigos. Dicen las cartas que la arrogancia y egoísmo de esta persona no la deja ver que en realidad ha tenido una falsa victoria, que no ha ganado nada, más bien ha perdido. Se ha empobrecido espiritualmente. Nadie que procede del modo que se ha relatado puede ser plenamente feliz, porque sus triunfos no son verdaderos y están basados en daños producidos a los demás, y muy en el fondo de su alma, esta persona lo sabe. El tarot le sugiere a este alguien buscar el centro y el equilibrio perdido. Buscar la luz que conserva en su interior, ese costado inocente, puro y transparente que no está dejando fluir hacia el exterior, esa es su estrella, su don, para sí mismo y para el mundo. Allí, desde ese lugar, recuperará la paz y la armonía perdidas. Dedicarse al propio don no significa necesariamente tener éxito, fama, prestigio o riqueza, es lograr ser auténticamente uno mismo, cumplir con la misión para la cual se ha venido a este mundo.
